Enclavados en las orillas de los ríos Hozgarganta y Guadiaro, dentro del término municipal de Jimena de la Frontera e insertos en el Parque Natural de los Alcornocales podemos ver la presencia de edificios que en su día desempeñaron la ardua función de la molienda del cereal: los molinos harineros.
Aprovechando la fuente de energía natural que ofrece el agua, estos abastecieron de la tan preciada materia prima, la harina, a toda la población durante los siglos XVII y XVIII, como bien demuestra la documentación referida a los arrendamientos que se hacían de estos edificios.
La bibliografía hace referencia a: Rodete, La Peña, Gaitán, Esquivel, San Francisco y el de Lucas, todos en el río Hozgarganta, mientras que los del Gallego, la Cerejana y el Francés en el río Guadiaro.
Su funcionamiento, de época preindustrial es muy sencillo. Mediante la conducción del agua por un canal o caz hacia los rodeznos que giraban el vástago que a su vez movía la muela corredera, generando fricción necesaria para la molienda del trigo. Sobre la muela corredera, se emplazaba la tolva que canalizaba el grano hacia esta, y en su parte más alta el guardapolvo que impedía la pérdida de la materia prima resultante.
Atendiendo a su cronología es un poco difusa ya que los datos con los que contamos son documentos que hacen referencia a los arrendamientos de estos edificios a particulares. Quizá el molino que más datos ha aportado al respecto es el localizado a la orilla del río Hozgarganta, el Molino de las Peñas, que ya en el año 1769 hay constancia de su pleno funcionamiento, prolongándose hasta finales del siglo XIX.
El Molino de Gaitán, hoy día reconvertido en vivienda es por su belleza y buen estado de conservación la edificación más destacable de toda su tipología arquitectónica. Sigue respetando la distribución arquitectónica de cara al exterior, pudiéndose observar la gran escalinata de acceso hacia la estancia de molienda y en su parte baja los conductos que conectan con el río.